miércoles, 25 de junio de 2014



     Matrimonio tradicional

            El sábado pasado estuve en Wâraru, uno de nuestros pueblos situado a unos 15 kms. de Bembéréké. El motivo fue la celebración del matrimonio cristiano entre dos jóvenes, Apolinaire y Agnès.
            Lo original de éste siempre importante acontecimiento radica en el hecho de que el matrimonio religioso y el tradicional se realizaron al mismo tiempo. Lo normal no suele ser así, en general primero se hace el matrimonio tradicional y, bastante más tarde, varios años incluso, el religioso.
            Lo que a mí me tocó vivir fue fantástico. Ya el día anterior, al pasar por allí, en mi quincenal visita a la comunidad de Boro (50 kms y hora y media de viaje), obsevé que la cosa iba a ir muy en serio, pues estaban fijando, junto al viejo y pequeño templo, unos cuantos maderos para sujetar unas lonas que pudieran abrigar mucha gente y protejerlas de los duros rayos solares. Y así fue. Todo a mi llegada, al día siguiente, estaba preparado : un buen tenderete, el altar con su alfombra de plástico, numerosos bancos, sillas y hasta dos buenos sofás para albergar a los novios y sus padrinos.
            Igual que en España, la novia llegó algo tarde a la cita. Bueno, eso según nuestra mentalidad o, al menos, la mía. Sin embargo todo estaba bien justificado. La novia venía del pueblo vecino de Bwâri, uno de los más grandes que servimos. Y, claro, el trayecto se hizo a la manera tradicional, sin prisa, con las paradas correspondientes, todo al son de las viejas, verdaderas jefas de un organizado cortejo. La distancia entre los pueblos es de 15 kms. Salieron de Bwâri antes de las ocho de la mañana, y llegaron a Wâraru poco antes de las once. Allí donde decían las viejas, había que pararse, y venga la música y las danzas  y cantos tradicionales. Venían en motos y en un camión con unas cien personas.
            La llegada a Wâraru fue apoteósica, una verdadera explosión de júbilo al asistir al deseado encuentro entre el novio y la novia. Ellos con rostro serio, el de ella cubierto con un velo blanco como manda la tradición, sin embargo el resto, una buena porción de gente, rompió en una algarabía, donde los tambores emergieron con toda la fuerza y vida que llevan dentro.
            Vino después la celebración religiosa. Qué os voy a decir, la esencial es lo que se hace en todos los matrimonios cristianos, pero…, aquí no es igual. Cada paso importante hay que vivirlo y celebrarlo profundamente. No hay lugar para la monotonía, la rutina o el aburrimiento. Hay que cantar, todos, no sólo el coro, los aplausos suenan de forma repatida, y la danza, donde hasta el que preside no puede resistir la tentación de hundirse en ella. Y esos dulces gritos de las mujeres que salen de sus gargantas bajo la batuta maestra de sus lenguas.  Os cuelgo algunas fotos y un vídeo muy casero para que os hagáis una idea.
            Tras la celebración religiosa, acompañamos a los novios a su nuevo hogar, con los corazones muy anchos y los cuerpos agitados por un ambiente musical único. Y más tarde, la comida que naturalmente no puede faltar. Mucha pasta de maíz, de sorgo, de mandioca, y sobre todo el gran sokuru, la reina de las pastas, una especie de puré muy espero, hecho del iñame, el tubérculo gigante que se cultiva por estas tierras. La falta de sabor la suplen con creces unas deliciosas salsas, casi siempre muy picantes, y en los días de fiesta acompañadas con trozos de carne de cerdo para poner a prueba las dentaduras, endodoncias y eso nuevo de ahora que atornillan a los huesos. Menos mal qu en los días grandes no puede faltar el pollo, especialmente para los invitados más distinguidos, entre los que, gracias a Dios, se encuentra el `monpè´, el padre.
             Bueno, todo eso es lo que yo presencié. En mi relato falta el antes y el después de los novios que os cuento muy brevemente.
            Dejo de lado la búsqueda o el don de la novia al futuro esposo, el pacto tradicional de las familias, sellado con una simbólica comida, donde la protagonista es un fruto llamado cola, los regalos a la novio, vestidos ajuares, et.. y otras muchas cosas. Me centro en los días anteriores al acontecimiento principal. El matrimonio (Kuro Kpaaru) suele hacerse el sábado, pero ya desde el jueves la novia, especialmente, debe recogerse y centrase bien el acontecimieto que le espero. Siempre está acompañada por su amiga más íntimas, y las viejas de la casa se encargan de los lavados rituales, acompañados de contos y danzas tradicionales. Antes de salir de su casa se le obsequia con dinero y otros regalos, y después se prepara el cortejo, ya el sábado por la mañana. La novia irá bien acompañada por sus amigas, las viejas, otros muchos invitados y todos sus ajuares y paños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario